22 gennaio 2011. -
Il Presidente degli USA Barack Obama, a proposito del recente voto del Congresso in cui tutti i 232 repubblicani hanno votato a favore dell’abrogazione di riforma della sanità, raggiungendo una larga maggioranza, dice che: “È un voto a favore delle compagnie di assicurazione. Non si può mettere in altro modo”. Aggiunge poi che la sua riforma della sanità sta già migliorando la vita di milioni di persone, l’abrogazione significherebbe 32 milioni di americani senza copertura per la salute. Questa legge pone fine ad alcuni dei peggiori abusi contro famiglie, bambini, anziani e malati. Abrogarla significherebbe inoltre che: le famiglie potrebbero perdere la copertura se qualcuno avesse un incidente o si ammalasse, una donna con il cancro potrebbe perdere la copertura per un semplice errore su un modulo, donne incinte, bambini disabili e persone con patologie pre-esistenti potrebbero vedersi negare le coperture ritenute troppo costose. Il deficit aumenterebbe di 230 bilioni in dieci anni, ponendo un ingiusto carico sulle spalle di figli, nipoti e generazioni future che dovranno pagare questo errore.

Da parte loro i repubblicani, con una lettera firmata da John McCain, comunicano che ritengono urgente abrogare e sostituire Obamacare, che porterebbe gli USA in bancarotta per mezzo di un insopportabile aumento di tasse a carico dei cittadini e delle imprese. Stima un aumento del debito pubblico di 2.6 trilioni di dollari in 10 anni. Nel suo messaggio manca ogni considerazione per i rapporti tra cittadini ed assicurazioni private per quanto riguarda le cure mediche. Infatti dal punto di vista repubblicano, la salute è un bene di mercato come tutti gli altri, e l’assistenza medica, i costi dei farmaci e delle prestazioni mediche devono essere il risultato del funzionamento della legge della domanda e dell’offerta, senza interferenze da parte dello stato.

Come cittadina europea abituata fin dalla nascita all'assistenza medica statale, francamente capisco meglio le argomentazioni del Presidente. Non riesco a capire, invece, le cifre stellari che ambedue i contendenti calcolano per il debito pubblico. Capisco solo che B. Obama è un uomo proveniente dall’interno del partito democratico, non è solo il primo nero alla Casa Bianca, e per me è del tutto impossibile credere che il partito fondato da Thomas Jefferson, uno dei quattro grandi presidenti immortalati sulle rocce di Mount Rushmore, possa esprimere un presidente che vuole mandare in bancarotta la finanza pubblica degli USA.

Un sondaggio Gallup precedente la votazione diceva che gli americani vogliono che i leader politici di Washington lavorino insieme. 8 su 10 dicono che il Presedente Obama dovrebbe lavorare per fa passare una legislazione su cui possano mettersi d’accordo Repubblicani e Democratici. Il sondaggio Gallup di giovedì 20 gennaio sugli umori della gente riguardo al governo dice che gli Americani tendono ad essere più ottimisti che pessimisti su come Obama svolgerà il suo lavoro nei prossimi due anni, su come andrà l’economia e su come funzionerà il governo nel complesso. La metà degli americani vorrebbero che Obama seguisse politiche più conservatrici.

Insomma il Change, yes we can, lo slogan che ha aiutato il presidente ad avere la maggioranza alle elezioni presidenziali del 2008 promettendo una rinascita del sistema America per far progredire il cammino della democrazia, adesso, con la nuova maggioranza al Congresso, significa semplicemente che i due partiti dovrebbero realizzare in breve tempo il miracolo di ottenere un forte aumento dei posti di lavoro ed una sostanziosa diminuzione della pressione fiscale. Su tutto il resto, silenzio, o quasi.

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El Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, dice lo siguiente acerca de la reciente votación del Congreso en la que los 232 republicanos votaron a favor de la derogación de la reforma de salud, alcanzando una amplia mayoría: "Se trata de un voto a favor de las compañías de seguros. No se puede poner de otra manera".

Añadió que su reforma de salud ya mejorar las vidas de millones de personas, la derogación significaría 32 millones de estadounidenses sin cobertura médica. Esta ley pone fin a algunos de los peores abusos contra las familias, niños, ancianos y enfermos. Su derogación significaría que las familias podrían perder la cobertura si alguien tuvo un accidente o se enfermó, una mujer con cáncer podrían perder la protección sanitaria debido a un simple error en un formulario. Las mujeres embarazadas, los niños discapacitados y las personas con condiciones preexistentes podrían enfrentarse a situaciones donde se les nieguen pólizas demasiado caras. El déficit se incrementaría en 230 millones de dólares durante los próximos diez años, poniendo una carga injusta sobre los hombros de las generaciones futuras, que pagarían por este error.

Por su parte, los republicanos, con una carta firmada por John McCain, afirman que es urgente derogar y sustituir la iniciativa "Obamacare" que llevaría a la bancarrota a los Estados Unidos a través de un aumento insostenible de los impuestos a los particulares y a las empresas. Estiman un incremento de la deuda pública de 2,6 billones de dólares en 10 años. En su mensaje no hay mención alguna acerca de la relación entre la ciudadanía y las compañías privadas de seguro para recibir tratamientos médicos. De hecho —desde el punto de vista republicano— la salud es un bien de mercado como cualquier otro, y la asistencia médica, los costos de los medicamentos y de los tratamientos terapéuticos deben ser el resultado de la ley de la oferta y la demanda, sin interferencia del estado.

Como ciudadana europea, acostumbrada desde que nací a la protección médica del estado, francamente entiendo mejor los argumentos del Presidente. No puedo entender, sin embargo, las cifras astronómicas que ambos contendientes calculan para las proyecciones de la deuda pública. Sólo entiendo que B. Obama es un hombre que viene de las filas del Partido Demócrata, y no sólo el primer negro en la Casa Blanca, y para mí es casi imposible creer que el partido fundado por Thomas Jefferson, uno de los cuatro grandes presidentes inmortalizados en las rocas del monte Rushmore, pueda ser un hombre que quiere llevar a la bancarrota las finanzas de los Estados Unidos.

Según una encuesta de Gallup antes de la votación, los estadounidenses quieren que sus líderes en Washington trabajen juntos. 8 de cada 10 afirman que el Presidente Obama debería trabajar para obtener la aprobación de una legislación que concilie los intereses de republicanos y demócratas. La encuesta de Gallup del jueves 20 de enero sobre la percepción de la ciudadanía con respecto al gobierno dice que los estadounidenses tienden a ser más optimistas que pesimistas acerca de cómo Obama va a llevar a cabo su trabajo durante los próximos dos años, sobre el desempeño de la economía y el funcionamiento general del aparato gubernamental. La mitad de los estadounidenses quisieran que Obama siguiese políticas más conservadoras.

En resumen, "Change, yes we can", el lema que ayudó al presidente a obtener la victoria en las elecciones presidenciales de 2008 con la promesa de un renacimiento del sistema estadounidense para avanzar en el camino de la democracia, ahora, con la nueva mayoría en el Congreso, simplemente significa que las dos partes deben llevar a cabo el milagro en poco tiempo para conseguir un aumento de los puestos de trabajo y una reducción sustancial de la carga tributaria. Para todo lo demás, silencio. O casi.

 

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