23 luglio 2012 - Il titolo ufficioso di «chef olimpico» se lo è attribuito da solo, ma tutto sommato corrisponde al vero: Nicola Batavia, 46 anni, di Torino, cucinerà per gli atleti di tutto il mondo per l’intera durata dei Giochi. Dopo aver lavorato sia a Torino 2006 che a Pechino 2008, lo chef italiano è stato infatti riconfermato per la Nike Vip House, il punto di ritrovo che la multinazionale Usa ha allestito in pieno centro a Londra per gli atleti che sponsorizza (sono più del 70% di quanti gareggiano ai Giochi). A differenza dei cuochi delle delegazioni nazionali, Batavia (che è chef con stella Michelin, anche se poi l’ha respinta al mittente) potrà vantare una platea di sportivi/buongustai da ogni continente. Statunitensi, cinesi, russi, tedeschi: si stima che in 800 al giorno assaggeranno l’abbacchio, gli gnocchetti sardi, la pasta alla beccafico, e poi ancora il cotto e il guanciale, il Castelmagno, la rughetta selvatica, i bocconcini di bufala spediti freschi dalla Campania, i torcetti, i baci di dama, le pastiere e mille altre delizie della cucina mediterranea che stanno arrivando in queste ore.

PIENA ATTIVITA' - Doppio cellulare d’ordinanza e in piena frenesia da vigilia, Batavia snocciola con orgoglio cifre e dettagli del suo sbarco gastronomico a Londra, dai 100 kg di grissini («tutti arrivati integri!») ai 900 kg di pasta trafilata al bronzo, alle 30 forme di gorgonzola e via così, una prelibatezza dopo l’altra. Con 40 persone ai fornelli e diecimila pasti da preparare, sarà un’impresa non da poco: il suo ristorante di Torino è chiuso per l’impegno olimpico e tutti i suoi cuochi sono qui. Nessuna concessione a cibi o bevande non italiane (quando gli chiediamo se ci sarà del tè gli viene una risata isterica). È un trionfo del made in Italy – comprese le boule in cristallo di Guzzini per la mozzarella – con un occhio di riguardo per il Piemonte: del resto lo chef viene da lì e poi la Regione gli ha dato la sua benedizione, facendone una sorta di ambasciatore per promuovere le specialità locali.

L'INDIRIZZO - Il palcoscenico per tutto questo ben di Dio è un prestigioso palazzo storico vicino a Regent’s Park che la Nike ha preso in affitto e trasformato in centro ospitalità per i «suoi» atleti che vorranno evadere dal parco olimpico. «Per carità, non scriva dov’è!» implora Batavia, anche se lui, incauto, non ha resistito alla tentazione di rivelarlo nel suo blog. Ma del resto poco cambia per i non Vip: i buffet, i coffee break e soprattutto, i gala dinner sono tutti rigorosamente su invito. Se non sei Michael Phelps non entri. E se sei Michael Phelps, succede che ti divori compulsivamente 17 gianduiotti di fila senza riuscire a fermarti. Accadde a Pechino quattro anni fa, chissà che non si ripeta un’Olimpiade dopo.

 

(rino pucci / corriere.it / puntodincontro)

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23 de julio de 2001 - El título no oficial de "chef olímpico" se lo otorgó solo, pero —al fin y al cabo— corresponde a la realidad: Nicola Batavia, 46 años, originario de Turín, cocinará para los atletas de todo el mundo durante la duración de los Juegos Olímpicos. Después de haber trabajado tanto en Turín 2006 como en Beijing 2008, el chef italiano ha sido reconfirmado para la Casa Nike VIP, el punto de reunión que la empresa estadounidense ha preparado en el centro de Londres para los atletas que patrocina (más de 70 % de los que compiten en los Juegos).

A diferencia de los cocineros de las delegaciones nacionales, Batavia (que cuenta con una estrella Michelin, aunque la haya devuelto al remitente) contará con una audiencia de atletas/amantes de la gastronomía provenientes de todos los continentes. Estadounidenses, chinos, rusos, alemanes... se estima que serán 800 todos los días los que podrán degustar el cordero, los ñoquis de Cerdeña, la pasta a la "beccafico", el cocido, el tocino, el Castelmagno, la rúcula salvaje, los bocadillos de búfala enviados frescos desde Campania, los torcetti, los "besos de dama", los pastelitos y muchas delicias más de la cocina mediterránea que están llegando en estos momentos.

Doble teléfono celular y en pleno frenesí a la víspera del inicio de los Juegos, Batavia expone con orgullo las cifras y los detalles de su desembarco gastronómico en Londres, a partir de los 100 kg de palitos de pan ("¡todos llegaron intactos!") hasta los 900 Kg. de pasta extruida a través del bronce, las 30 piezas enteras de gorgonzola y así sucesivamente, una delicadeza tras otra. Con 40 personas en la cocina y diez mil comidas para preparar, será un reto interesante: su restaurante en Turín se quedó cerrado a causa de este "trabajo olímpico" y todos sus cocineros están aquí. No hay concesiones para alimentos o bebidas que no sean italianos (cuando le preguntamos si habrá té no pudo contener una carcajada histérica).

Es un triunfo del Made in Italy —incluyendo los platos de cristal de Guzzini para la mozzarella— con especial atención para el Piamonte: el chef es de allí y además la región le dio su bendición, convirtiéndolo en una especie de embajador para promover las especialidades locales.

El escenario de este paraíso es un prestigioso edificio histórico, cerca de Regent's Park que Nike ha alquilado y convertido en un centro para "sus" atletas que quieren escapar del parque olímpico. "¡Por el amor de Dios, no escriba donde está!", suplica Batavia, a pesar de que, descuidado, él mismo no pudo resistir la tentación de revelar la dirección en su blog.

De todas formas, para los no VIP hay pocas esperanzas: buffets, coffee breaks y —lo más importante— la cena de gala son todos por invitación. Si no eres Michael Phelps no entras. Y si eres Michael Phelps, puede suceder que devores compulsivamente 17 chocolates típicos de Turín sin poder parar. Ocurrió en Pekín hace cuatro años y, tal vez, podría volver a suceder en estos Juegos Olímpicos.

 

(rino pucci / corriere.it / puntodincontro)