Il Granma.
 

19 julio 2012 - La foce del Río Tuxpan è così vasta che non si distingue l'oceano dal fiume, e la città omonima che si estende a pochi chilometri dall'Atlantico ha pur sempre il fascino del tropico, ma è raro vedervi un turista straniero: le raffinerie della Pemex rendono difficile che una guida consigli di spingersi fin qui.

Eppure, la spiaggia lunga una quarantina di chilometri lascia sognare - ai tanti proprietari di ristorantini sulla sabbia grigia - fasti che stentano a realizzarsi, accontentandosi per Natale e Pasqua dell'affollamento di famiglie messicane che la popolano all'inverosimile.

 

Playa Tuxpan e le raffinerie di Pemex.

 

Raramente qualcuno raggiunge poco più in là l'oasi naturalistica della Laguna de Barra Galindo, dove il pescatore Esteban ci conduce su una lancia attraverso mangrovie e canali, tra aironi dal volo pigro, abituati a non essere disturbati da intrusi.

Tuxpan attira però il viandante appassionato di memoria storica: da queste rive, «di là dal fiume e tra gli alberi», il 25 novembre 1956 salpò, contravvenendo al divieto della capitaneria per maltempo, un motoscafo, il Granma, costruito per ospitare una decina di persone ma che ne aveva a bordo ottantadue.

Sette giorni di traversata in condizioni proibitive, e infine la costa di Cuba... Gli ottantadue expedicionarios del Granma sono tutti qui, nel piccolo museo di Tuxpan realizzato nella casa da cui partirono quella notte, foto tessera ingrandite che li hanno consegnati per sempre ai tempi di una giovinezza colma di ardori e speranze. C'è anche Gino Donè tra quei volti, e i messicani presenti mi guardano stralunati quando dico: «Quello lì è italiano».

Nei giorni successivi allo sbarco sarebbero morti quasi tutti, falciati dall'esercito del dittatore Batista che all'epoca era tra i più agguerriti dell'America Latina. Sopravvisse un manipolo, tra i quali Fidel, il fratello Raúl, l'argentino che tutti chiamavano El Che, e l'italiano Gino, morto quattro anni fa, che viveva tra Venezia e L'Avana.

 

Gino Donè in un filmato del dicembre 2007.
 

Un'impresa folle, impossibile per qualsiasi trattatello da accademia militare che, comunque la si pensi, ha fatto la Storia entrando nella leggenda. E tutto cominciò da Tuxpan, stato del Veracruz, Golfo del Messico.

Attraversiamo il lungo ponte sul fiume imboccando la Federale 180 che ci porta a sud, verso Papantla, cittadina paciosa che si considera la capitale mondiale della vaniglia, pianta rampicante tropicale il cui fiore, orchideacea di straordinaria bellezza, offre a questa zona la principale risorsa economica sotto forma di "bastoncini" disseccati dal profumo inebriante.

Siamo nella terra dei Totonachi, antica civiltà che ha lasciato nel Veracruz uno dei siti archelogici più suggestivi del Messico eppure tra i meno frequentati dal turismo internazionale, El Tajín, "Il Dio del Tuono", città di templi e piramidi che sorge in solitario splendore nel fitto della vegetazione a circa mezz'ora di strada da Papantla.

 

El Tajín.
 

Fondata nel IV secolo d.C., raggiunse il massimo splendore tra l'800 e il 1200, con l'edificazione dei principali palazzi ma soprattutto della monumentale Piramide delle Nicchie, finestre squadrate e sormontate da tettoie su colonne in pietra la cui forma ricorda vagamente le pagode, e che secondo gli archeologi erano in origine 365 - poi una parte venne ricoperta dalla scalinata principale - su sette livelli, lasciando pensare a una sorta di calendario architettonico.

 

(pino cacucci / repubblica.it / puntodincontro)

 

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19 de julio de 2012 - La boca del Río Tuxpan es tan grande que no se distingue el río del mar y la ciudad que lleva el mismo nombre y se extiende a unos pocos kilómetros del Atlántico tiene el encanto de los trópicos, pero poco frecuentada por turistas extranjeros: las refinerías de Pemex hacen que sea difícil que los guías turísticos aconsejen llegar hasta aquí.

Sin embargo, la playa de aproximadamente cuarenta kilómetros de largo deja a los muchos propietarios de los pequeños restaurantes sobre la arena gris con las ganas de un éxito turístico que no se ha alcanzado, orillándolos a conformarse en Navidad y Pascua con el hacinamiento de las familias mexicanas que llegan por miles.

Rara vez alguien llega a la reserva natural de la Laguna de Barra de Galindo, donde el pescador Esteban nos lleva a bordo de una lancha entre manglares, canales y garzas que vuelan perezosas, acostumbrados a no ser molestadas por intrusos.

Tuxpan atrae, sin embargo, a los viajeros interesados en la memoria histórica de estas costas: "más allá del río y entre los árboles" el 24 de noviembre de 1956 zarpó —en contravención a la prohibición por mal tiempo— una embarcación, el Granma, construida para transportar a diez personas, pero que llevaba ochenta y dos.

Siete días de travesía en condiciones difíciles y, finalmente, la costa de Cuba ... los ochenta y dos expedicionarios del Granma están todos aquí, en el pequeño museo de Tuxpan que fue la casa de donde salieron esa noche: fotos de pasaporte ampliadas que los entregaron para siempre a los días de una juventud llena de ardor y esperanzas. También está Gino Donè entre esos rostros, y los mexicanos presentes me ven con perplejidad cuando digo: «Ese es el italiano».

En los días siguientes al desembarco casi todos perdieron la vida, acribillados por el ejército del dictador Batista, que era entonces uno de los más eficientes en América Latina. Unos pocos sobrevivieron, entre ellos Fidel Castro, su hermano Raúl, el argentino que todos llamaban El Che y el italiano Gino, quien murió hace cuatro años y que vivía entre Venecia y La Habana.

Una iniciativa descabellada, imposible para cualquier cadete de academia militar y que, sin embargo, ya forma parte de la historia y de la leyenda. Y todo comenzó precisamente en Tuxpan, estado de Veracruz, Golfo de México.

Cruzamos el largo puente sobre el río para tomar la carretera federal 180 que nos lleva hacia el sur, rumbo a Papantla, una pequeña y tranquila ciudad que es considerada la capital mundial de la planta de la vainilla, cuya flor, de extraordinaria belleza, proporciona a esta zona el principal recurso económico en forma de "barritas" secas y sumamente aromáticas.

Nos encontramos en la tierra de los Totonacas, una antigua civilización que dejó en Veracruz uno de los sitios arqueológicos más sugestivos de México, pero poco frecuentado por los turistas internacionales: el Tajín, "El Dios del Trueno", una ciudad de templos y pirámides, que se sitúa en solitario esplendor en la densa vegetación a media hora por carretera de Papantla.

Fundada en el siglo IV dC, alcanzó su apogeo entre los años 800 y 1200 con la construcción de los edificios principales, pero principalmente de la monumental Pirámide de los Nichos, ventanas cuadradas y coronada por doseles sobre columnas de piedra cuya forma recuerda vagamente a las pagodas, y que según los arqueólogos fueron originalmente 365 —hasta que una parte fue cubierta por la escalera principal— en siete niveles, lo que sugiere una especie de calendario arquitectónico.

 

(pino cacucci / repubblica.it / puntodincontro)