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Florencia, la cúpula de la Catedral cumple 600 años

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6 de agosto de 2020 (16:01 hrs.) - La cúpula de la Catedral de Florencia cumple 600 años y abre al público nuevamente todos los días, como antes del confinamiento, por primera vez con horario extendido hasta las 9.00 de la noche.

En 1420, la Opera di Santa Maria del Fiore comenzó la construcción de la cúpula de la Catedral de Florencia. Un edificio destinado a cambiar la historia del mundo. Una empresa considerada “imposible” a la que sólo un hombre, Filippo Brunelleschi (Florencia 1377 - 1446) podrá responder, conocido no solo por su maestría como arquitecto sino también por su inteligencia. Una inteligencia tan vívida y aguda, dicen las fuentes, que provocaba temor. Con esta obra maestra comienza, según las convenciones, la gran época del humanismo y el Renacimiento. La cúpula es antes que nada el símbolo del Universo, de su orden y de su belleza. Para los cristianos, transmite la imagen de Dios y de su unión con los seres humanos.

Aún hoy, la cúpula de Santa Maria del Fiore es la más grande del mundo en mampostería, con su diámetro interno de aproximadamente 45 metros y externo de 54,8. El tambor octogonal (la base de la cúpula) se eleva unos 55 metros del suelo para alcanzar la espectacular altura de 91 metros al pie del farol y 116 en la parte superior. Una estructura inmensa, presuntamente compuesta por más de 4 millones de ladrillos.

Será el modelo para otras cúpulas del mundo, en primer lugar la de San Pedro en el Vaticano diseñada por Miguel Ángel.

En 2020, la Opera di Santa Maria del Fiore había previsto un amplio programa de iniciativas para celebrar este importante aniversario, pero todas se han pospuesto debido a la pandemia de Covid-19.

La construcción de la Catedral de Florencia, iniciada en 1296, había llegado a los albores del siglo XV a la altura del tambor octogonal, pero se había detenido durante más de 120 años ante el desafío de la ingeniería de “girar la cúpula”, un espacio de inmensas dimensiones que se abrían hacia cielo y daba miedo con solo mirarlo. Nadie hasta entonces había presentado un proyecto creíble. Las técnicas de la época, que se basaban en andamios desde el suelo y cimbras de soporte, parecían inadecuadas. La cúpula era demasiado alta y demasiado grande.

Por esta razón, la Ópera de Santa María del Fiore, patrocinada por el Arte della Lana, había lanzado una licitación dos años antes, el 20 de agosto de 1418, en la que resultó ganador, entre muchos otros, Filippo Brunelleschi. El encargo fue asignado con base en la confianza. Brunelleschi, de hecho, no quiso revelar sus planes. Sin embargo, dictó una “regla de construcción”, según la cual la cúpula, formada por dos tapas separadas pero interconectadas, debería construirse sin armazón, o más bien con un armazón autoportante, es decir, fijado a los círculos de ladrillos que se elevaban gradualmente. Frente a los trabajadores que todavía dudaban de la solidez de las estructuras que él había concebido, Filippo dijo: «Pero recordando que este es un templo consagrado a Dios y a la Virgen, confío en que, al construirse en su memoria, no dejará de inculcar sabiduría dónde no haya y de agregar fortaleza, conocimiento e ingenio a quién será el autor de tal cosa».

La construcción de la cúpula finalizó el 1 de agosto de 1436. La linterna con una cubierta en forma de cono, diseñada por Brunelleschi, se construyó solo después de su muerte en 1446, al igual que la bola de cobre dorado con la cruz, de Andrea del Verrocchio, completada veinte años después.

La cúpula no fue una hazaña sin precedentes solo desde el punto de vista arquitectónico y de ingeniería, sino también en lo que se refiere a la organización de la obra para la cual Filippo Brunelleschi diseñó cada detalle: desde las máquinas de construcción hasta los andamios y las herramientas.

Con siglos de anticipación, proyectó andamios "aéreos" con parapetos protectores para las caídas y vista al vacío para el vértigo, así como los espacios de "gran altura", donde los trabajadores consumían alimentos y bebidas, evitando así exponerse al peligro de subidas y bajadas.
En los dieciséis años de duración de la obra, se tiene noticia de una sola “muerte blanca”, aunque allí trabajaban unas sesenta personas.

Brunelleschi también fue el creador de las herramientas de construcción —hoy visibles en el Museo dell'Opera del Duomo— y de las extraordinarias máquinas para el transporte e instalación de materiales, que fueron estudiadas por sus sucesores, en primer lugar Leonardo da Vinci. Enormes grúas capaces de girar, carros horizontales y verticales, palancas y cabrestantes de múltiples velocidades, movidos por la simple fuerza animal y el hábil uso de engranajes, pesos y contrapesos.

(aise.it / puntodincontro.mx / adaptación y traducción al español de massimo barzizza)

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